¿Por qué importa la clorofila en el día a día de una planta?
Cuando pienso en una planta no me imagino solo hojas verdes bonitas: pienso en maquinaria fina, eficiente, sutil, capaz de transformar luz, agua y CO₂ en vida. Y en ese motor, la clorofila es estrella absoluta. Pero ojo: no existe una sola “clorofila”, sino varios tipos. Y la proporción entre esos tipos nos da mucha información sobre cómo la planta se adapta a sus condiciones ambientales.
En artículos previos ya hablé sobre la clorofila como indicador de estrés en los cultivos (puedes leer el artículo completo pinchando aquí). En este artículo voy a explicarte con mayor detalle desde mi experiencia, qué tipos de clorofila dominan en plantas verdes, por qué la proporción entre ellos importa, y cómo interpretar esos datos cuando estás analizando cambios de iluminación, temperatura o cualquier estrés ambiental.
Qué tipos de clorofila hay, y por qué la distinción es importante
En plantas verdes (y muchas algas) encontramos principalmente Clorofila a y Clorofila b.
- Clorofila a: Es la clorofila esencial. Se encuentra en los centros de reacción (donde se convierte la energía lumínica en energía química) tanto del Fotosistema I (PSI) como del Fotosistema II (PSII).
- Clorofila b: Es un pigmento accesorio. Se encuentra predominantemente en los complejos antena (Light-Harvesting Complexes, LHC) que rodean los centros de reacción. Su función es capturar una gama más amplia de longitudes de onda de luz y transferir esa energía a la clorofila a.
Desde el punto de vista químico, la diferencia entre ambas es sutil: la clorofila a tiene un grupo metilo en una posición del anillo porfirínico, mientras que la clorofila b tiene un grupo formilo. Esa pequeña diferencia cambia su espectro de absorción: clorofila a absorbe con más eficacia alrededor de 430-433 nm y 660-670 nm; clorofila b, alrededor de 450-460 nm y 640-650 nm.

Estructura química de la clorofila a y b. La diferencia está marcada con un círculo rojo. Fuente: Ebrahimi et al., 2023. Chlorophylls as Natural Bioactive Compounds Existing in Food By-Products: A Critical Review. Plants. 12. 1533. 10.3390/plants12071533.
También existen otros tipos de clorofila (c, d, e, e incluso bacterioclorofilas en ciertos organismos), pero en plantas terrestres verdes la gran mayoría de la fotosíntesis recae sobre clorofila a + b.
El ratio Clorofila a / Clorofila b: un biomarcador de adaptación al ambiente
Aquí llegamos al meollo de la cuestión: la proporción entre clorofila a y b (es decir, cuánto hay de “a” respecto a “b”) no es un dato neutro. Es un parámetro funcional, un indicador de aclimatación, de ajuste del aparato fotosintético a las condiciones externas. Y además, es un dato al que no se le suele prestar atención y eso es un gran error. Normalmente solo se tiene en cuenta el contenido de clorofila total, obviando que la relación a/b da mucha información acerca del estado de la planta (del cultivo).
El ratio aproximado de clorofila a frente a clorofila b (Chl a /Chl b) en una planta terrestre verde (o angiosperma) bajo condiciones normales de pleno sol es generalmente de 3:1 o 3.5:1.
Esto significa que, por cada unidad de clorofila b presente, hay entre tres y tres y media unidades de clorofila a.
Este ratio no es fijo y varía significativamente según la intensidad de luz a la que esté adaptada la hoja:
| Condición Ambiental | Ratio Chl a/Chl b | Implicación Ecofisiológica |
| Pleno Sol (Alta Luz) | Alto (> 3.5:1, a veces hasta 5:1 o más) | La planta necesita una proporción mayor de centros de reacción (Chl a) para procesar la abundante energía lumínica. |
| Sombra (Baja Luz) | Bajo (Cercano a 2:1 o menos) | La planta incrementa la proporción de complejos antena (Chl b) para maximizar la recolección de la poca luz disponible, sacrificando la capacidad máxima de procesamiento. |
De hecho, algunos estudios recientes en organismos modelo muestran cómo la coexistencia de clorofila a y b con proporciones naturales optimiza el flujo de energía dentro del complejo del fotosistema II, protegiendo contra excesos de luz y facilitando una recolección eficiente bajo diferentes intensidades lumínicas.
Así que si haces análisis de pigmentos en hojas y obtienes un ratio a/b, no lo tomes como dato aislado: piénsalo como señal de cómo la planta se está adaptando a su entorno.
Interpretaciones ecofisiológicas de las variaciones de clorofila a y b
Aquí resumo algunas de las interpretaciones más útiles desde la práctica (cosas a las que yo he prestado atención en campo y en laboratorio):
Adaptación a sombra o baja iluminación
- Aumenta la proporción de clorofila b, bajando el ratio a/b. Esto mejora la captura de luz azul-verde, dominante en condiciones de sombra.
- A menudo se observa un incremento en la clorofila total (a + b) para maximizar la captación.
- Esta plasticidad es típica en plantas que cambian de hábitat (por ejemplo, plántulas bajo sotobosque, hojas nuevas en posiciones sombrías, etc.).
Luz intensa, pleno sol o mayor demanda fotosintética
- Ratio a/b aumenta: hay más clorofila a relativa a la b. Esto ajusta el aparato fotosintético hacia centros de reacción más eficientes bajo alta irradiancia.
- Clorofila total puede mantenerse o incluso disminuir, en algunos casos como respuesta a fotoinhibición o para evitar sobreexcitación. Por ejemplo, en un estudio de plantas modificadas al alza en producción de clorofila b, bajo luz intensa el contenido total de clorofilas disminuyó y el rendimiento fotosintético cayó.
Nitrógeno y ratio clorofila a/b: el indicador nutricional más elegante que existe
Aquí viene una parte crucial que suelo enseñar tanto a estudiantes como a técnicos:
El nitrógeno (N) y la proporción clorofila a/b están estrechamente vinculados.
El nitrógeno es clave para fabricar clorofilas, proteínas fotosintéticas y enzimas esenciales. Y la planta prioriza su uso según disponibilidad:
- Cuando el nitrógeno es abundante:
- La planta puede “permitirse” antenas fotosintéticas más grandes.
- Aumenta la clorofila b.
- El ratio a/b tiende a bajar o mantenerse bajo.
- También suele aumentar la clorofila total.
- Cuando el nitrógeno escasea:
- Las plantas reducen la clorofila total.
- La clorofila b cae más rápido que la a, porque es más “cara” de sintetizar.
- El ratio a/b aumenta.
Esto hace que el ratio a/b sea no solo un indicador de aclimatación lumínica, sino un marcador directo del estado nutricional nitrogenado.
Estrés ambiental (sequía, estrés osmótico, deficiencia de nutrientes, frío…)
- Generalmente la clorofila total baja: las hojas pierden pigmento y el aparato fotosintético se “retrae”. Varios estudios indican que bajo estrés, por sequía, salinidad, frío o deficiencia nutricional, disminuyen clorofila a y b.
- En muchos casos, la proporción a/b aumenta: la clorofila b se reduce más que la a, posiblemente por una transformación de b en a o por degradación diferencial de b.
- En paralelo, los carotenoides aumentan su papel: su proporción relativa respecto a la clorofila sube, lo que tiene sentido: los carotenoides tienen funciones protectoras, antioxidantes, ayudan a disipar exceso de energía, protegen membranas y fotosistemas.
Así que si ves datos de una planta bajo estrés y la clorofila total ha bajado pero el ratio a/b sube, no es una mala medición: probablemente es la firma bioquímica de un ajuste defensivo, un «modo ahorro/protección» del aparato fotosintético.
Más allá de clorofilas: otros pigmentos y su papel en aclimatación
No todo se reduce a clorofila a y b. En situaciones de estrés, exposición a luz intensa, frío o variaciones rápidas de temperatura, entran en juego pigmentos secundarios: carotenoides y antocianinas.
- Los carotenoides actúan como fotoprotectores: absorben luz en regiones en donde las clorofilas no son tan eficientes, disipan el exceso de energía y evitan fotoinhibiciónn. Su proporción con respecto a clorofila sube especialmente cuando la clorofila total disminuye.
- Las antocianinas pueden desempeñar un papel protector cuando hay frío o luz intensa: reducen la luz que llega a los cloroplastos, protegiendo los fotosistemas. En condiciones de frío, cuando los fotosistemas no son tan eficientes, las antocianinas protegen al fotosistema II reduciendo la luz absorbida por los cloroplastos que recubren. Algunos trabajos muestran cómo bajo estrés lumínico las plantas pueden activar rutas de pigmentos secundarios como defensa.
Así que un análisis completo de “clorofilas + carotenoides + otros pigmentos” da un panorama mucho más realista del estado fisiológico de la planta.
Aplicaciones prácticas: por qué te puede interesar esto (ya seas investigador, agrónomo o aficionado)
Ahora bien: ¿para qué sirve todo esto, en la práctica? Aquí van algunas aplicaciones que considero especialmente útiles:
- Diagnosticar estrés antes de que sea visible.
- Evaluar estado nutricional (especialmente nitrógeno).
- Determinar si una planta está adaptada a sombra o sol.
- Optimizar condiciones de cultivo, iluminación y manejo.
- Inferir microambientes lumínicos en estudios de ecología y restauración.
Conclusión: la clorofila como termómetro biológico
Desde mi experiencia como fisiólogo vegetal, te digo: la clorofila no es solo “verde bonito”. Es un indicador dinámico, sensible, adaptativo. La proporción entre clorofila a y b, junto con contenido total de clorofilas y carotenoides, actúa como un termómetro biológico: te indica cómo una planta ha ajustado su maquinaria fotosintética a las condiciones ambientales (luz, estrés, sombra, temperatura, recursos).
Si dominas la interpretación de esos datos, puedes leer un paisaje verde como quien lee un cuaderno de bitácora: puedes ver si una planta está cómoda, estresada, adaptándose, sufriendo… y actuar en consecuencia.
Así que cuando mires un aparato de clorofilas totales, no te quedes en el número bruto: indaga el ratio a/b, compara con carotenoides, piensa en contexto. Ahí es donde está la historia real de la planta.
Si quieres saber más sobre la clorofila, y sus implicacions en la fisiología de la plantas, te recomiendo que leas estos artículos: