La salinidad de los suelos se refiere a la cantidad de sales solubles en el suelo. La salinización del suelo puede ocurrir de forma natural debido a condiciones climáticas de aridez y a la presencia de materiales originales ricos en sales. No obstante, existe una salinidad adquirida producida por el riego prolongado con aguas de elevado contenido salino, en suelos de baja permeabilidad y bajo climas secos.
El contenido salino del suelo se mide de forma indirecta mediante el uso de un conductivímetro a partir de una solución saturada de tierra en agua destilada. Se basa en la velocidad con que la corriente eléctrica atraviesa una solución salina, la cual es proporcional a la concentración de sales en solución. Esto nos va a dar un valor expresado en milisiemens por centímetro (mS/cm) o decisiemens por centímetro (dS/m). También podemos ver el valor expresado en mmhos/cm que es equivalente a dS/m.
La presencia de sales ejerce una doble influencia en el suelo, por un lado la posible toxicidad de algunos iones presentes como el sodio, y de otro lado el incremento en la presión osmótica de la solución del suelo que dificulta la absorción de agua por parte de las plantas. Esto hace que los suelos salinos se comporten fisiológicamente como secos aunque tengan un nivel de humedad apreciable. La salinidad influye en el crecimiento de las plantas por ese efecto de sequía que acabo de mencionar. Existen muchos índices de salinidad para los suelos pero en general se acepta el del United States Salinity Laboratory de Riverside que establece el límite de 4 dS/m a partir del cual la salinidad empieza a ser tóxica para la mayoría de los cultivos.
Pero además, el sodio juega un papel importante en este tema que hoy trato. Hasta ahora he hablado de salinización en sentido estricto pero he de diferenciar y hablar del problema del sodio o mejor dicho de la sodificación. El ión sódio en exceso desplaza al Calcio y al Magnesio y produce pérdida de calidad de la estructura del suelo por dispersión de sus coloides causando compactación, falta de aireación y disminución drástica de su permeabilidad por lo que la capacidad de infiltración de agua se reduce también.
¿Cómo corregir un suelo salino?
Si tenemos un suelo salino y queremos cultivar podemos adoptar una serie de medidas para conseguir una cosecha aceptable. En primer lugar es importante hacer un subsolado para romper la estructura del suelo con el fin de hacerlo más permeable y mejorar el drenaje. A continuación hacer riegos por inundación para lavar las sales. Y por último intentar sembrar plantas halotolerantes, sembrar en caballones preferentemente y utilizar riego por goteo. Si además de salino nuestro suelo tiene problemas de sodicidad podemos corregirlo mediante un enyesado que consiste en la adición de yeso al suelo (un día hablaremos de enmiendas).
Es muy importante que los lavados de recuperación y el riego se hagan aguas con baja conductividad eléctrica, de lo contrario estaríamos agravando el problema.
Existen varios índices sobre la idoneidad del agua de riego en base a su salinidad, pero para hacernos una idea según la clasificación de la FAO las aguas con una conductividad superior a los 2000 µS/cm no son aptas para el riego.
Este tema de la salinidad y sodicidad es extenso. En otra ocasión hablaré de la relación de absorción de sodio o RAS (SAR en inglés) que tiene mucha importancia para el manejo de los suelos agrícolas.