En el juego de quién se come a quién, ¿son realmente los animales los que se aprovechan de las plantas o es al revés?
Casi nadie discute la superioridad del reino animal sobre el vegetal. Los animales se comen a las plantas, nos podemos mover y ellas no, tenemos inteligencia y ellas no, casi todos los documentales de La 2 son sobre animales, en el arca de Noé no citan plantas, los niños odian las coles de Bruselas… Pero, ¿es realmente cierto? Hoy te traigo algunos ejemplos que dañarán tu ego y te harán replantearte tu superioridad existencial en este planeta.
Para empezar, las plantas no nos necesitan, ya estaban aquí muchos millones de años antes de que apareciésemos. En cambio nosotros no podemos vivir sin ellas.
En el juego de quién se come a quién también tengo mis dudas. ¿Realmente los animales se aprovechan de las plantas? ¿O es al revés? Pongamos como ejemplo la erótica relación que existe entre las abejas y las orquídeas. Las orquídeas son un tipo de plantas cuya flor asemeja a una abeja. Las abejas las confunden y acuden a ellas con el fin de aparearse . Otras plantas ofrecen néctar a cambio de dispersar el polen, pero las orquídeas ni eso. Por tanto, las abejas llegan a la planta y no encuentran ni sexo, ni néctar. Pero a cambio, y sin enterarse, dispersan el polen de la orquídea.
Otro ejemplo es el extraño caso de la muerte de antílopes Kudú en algunas granjas sudafricanas en los años 80. Los granjeros veían como cada día morían sin causa aparente cientos de antílopes en sus granjas. Las autopsias revelaron que los animales habían muerto por intoxicación producida por un compuesto denominado “tanino”, producido por las acacias de las que se alimentaban y que actuaba como veneno. Pero lo curioso es que este fenómeno no ocurría en todas las granjas por igual, sino que había mayor mortalidad en aquellas granjas con mayor densidad de antílopes.
¿Qué ocurría? Las acacias estaban respondiendo defensivamente al exceso de consumo de sus hojas. Pero no contentas con ello, emitían etileno (un gas), que se desplazaba con el viento advirtiendo a otras acacias de que pusieran en marcha la producción de taninos, siendo este un magnífico ejemplo de comunicación química e inteligencia social de las plantas desarrollando una defensa común contra los depredadores y consiguiendo vencer al reino superior animal. Por tanto, como dice el botánico Stefano Mancuso: “Si se define la inteligencia como la capacidad de resolver problemas, las plantas tienen mucho que enseñarnos”.
Las plantas carnívoras son posiblemente el mejor caso de superioridad vegetal. Se alimentan principalmente de insectos, pero existen algunas especies de carnívoras que comen pequeñas ranas o pececillos y es por ello que se las denomina así. La pregunta es, ¿Por qué comen animales? Los suelos donde crecen estas plantas son pobres en nitrógeno, y éste es un elemento vital para el crecimiento de las plantas. ¿De dónde pueden obtener nitrógeno sin moverse? De los animales, insectos principalmente, que son una fuente de proteínas y éstas poseen nitrógeno en su composición.
Los mecanismos de captura pueden ser activos, como el de la famosa Dionaea muscipula (Venus atrapamoscas), la típica planta carnívora que venden en los supermercados; o pasivos como el de la Darlingtonia californica (planta cobra), llamada así por su aspecto. Esta planta carnívora atrae a sus víctimas prometiéndoles azúcar. Una vez acceden al interior, salir es una misión imposible, los insectos lo intentan infructuosamente hasta caer exhaustos y son digeridos por la planta.
A nivel genético también nos han bajado de nuestro pedestal evolutivo. Antes de que se secuenciase el genoma humano se pensaba que los organismos, cuanto más evolucionados, mayor número de genes tendrían. Pues bien: el genoma humano tiene unos 26000 genes. No está mal. Pero el del arroz tiene unos 50000. ¿Esto quiere decir que las plantas como el arroz están más evolucionadas? Pues sí, pero en una dirección distinta, y hay que reconocer que han llegado más lejos que nosotros en la nuestra.