Malas noticias para nuestros cultivos, estos días el fenómeno meteorológico más peligroso, derivado de la entrada fría que padecemos, son las heladas negras. Y no, no es el título de una película de catástrofes climáticas de serie B, es un hecho real que puede acabar con una cosecha en poco tiempo. Y contra lo que poco se puede hacer.
¿En qué consiste? Todos estamos acostumbrados a ver heladas en muchas mañanas de invierno. Son inconfundibles pintando de blanco jardines, coches y todas las superficies expuestas. Vemos el resultado de la helada, la escarcha, que no es más que el vapor del aire congelado y convertido en una fina -o no tan fina- capa de hielo. Resulta que esa escarcha, depositada en la parte externa de los objetos (una planta, por ejemplo), lejos de dañarla, protege la parte interna de la misma, las zonas vitales, y asegura así su supervivencia.
La clave está en la humedad relativa del aire, la cantidad de vapor de agua que existe en el ambiente. Cuando hay suficiente, el frío la convierte en hielo y la helada es blanca. Pero cuando la masa de aire es seca, como es el caso actual en muchas zonas, el frío intenso congela toda la estructura molecular de la planta, que no tiene la capa protectora de escarcha, y crea cristales de hielo en el interior, destrozando literalmente los sistemas vitales del organismo vivo. Literalmente congela el cultivo completamente, y desde dentro, y lo mata. La planta, en poco tiempo, se vuelve negra.
Existen varias maneras de prevenir este tipo de heladas (producción de humo mediante la quema de paja, ventiladores, calefactores, etc), pero ninguno, salvo el barbecho, podrá evitar la muerte de muchos cultivos, sobre todo si el frío dura muchos días, la humedad es muy baja y la extensión afectada es muy grande.
Fuente: Emilio Rey Hernández. ABC