Familia: Lauraceae
El laurel es un famoso árbol (quién no tiene unas hojas de laurel en su cocina) de no más de 10 m de altura con una copa muy densa, un tronco recto y liso de color pardo-verdecino. Las ramas más jóvenes del laurel son verdes y muy lisas. Las hojas son correosas, de un color verde oscuro por el haz y más claro por el envés, con el borde entero y un poco ondulado. Tienen forma elíptica-lanceolada asemejándose a una punta de lanza. Están dispuestas de forma alterna y son pecioladas.
El laurel es una planta dioica: con pies masculinos y pies femeninos. Los masculinos llevan las flores en la axila de las hojas siendo de un color blanco-amarillento con cuatro piezas petaloideas y unos 10-12 estambres. Los pies femeninos en cambio llevan flores parecidas pero en vez de estambres tienen cuatro filamentos estériles y un pistilo central de color verde. Florece a principios de primavera hasta mayo y sus frutos maduran durante el otoño. El fruto del laurel es una baya de color negro.
El laurel es amigo de la sombra y sitios húmedos, localizándose en barrancos, orillas de cursos de agua o zonas de nieblas. En la Península es muy abundante en el norte y oeste. En Baleares le podemos encontrar en Mallorca y Menorca.
El laurel es conocido por su uso para condimentar los guisos, para lo cual se emplean sus hojas, las cuales desprenden un aromático olor al ser machacadas. Posee propiedades digestivas incluso antisépticas. Se utiliza como insecticida, por sus esencias, para evitar el ataque de insectos y polillas. También es fomoso el uso que se hacía de sus hojas en la antigua Grecia y Roma cuando se adornaban las sienes de los ganadores de los juegos o del César. De hecho la palabra «laureado» significa premiado.