1. ¿Qué es el biochar y por qué importa?
El biochar es básicamente carbón vegetal. Si tuviera que definirlo en pocas palabras, diría que el biochar es una versión “inteligente” del carbón vegetal: no lo usamos para hacer barbacoas, sino para mejorar suelos y capturar carbono. Dicen que el carbón de barbacoas lleva aditivos. Yo no lo he visto nunca en ninguna etiqueta y por el precio que tiene dudo que le echen nada «extra». Cosas del «marketing».

Se obtiene a partir de biomasa (restos de poda, cáscaras de arroz, huesos de fruta, residuos agrícolas o forestales) que se somete a un proceso llamado pirólisis, es decir, calentamiento a altas temperaturas (300–700 °C) en ausencia casi total de oxígeno.
El resultado es un material negro, ligero, lleno de poros, con una química interna muy estable. Y aquí está lo interesante:
- En agricultura y jardinería, el biochar mejora la estructura del suelo, retiene agua, almacena nutrientes y da casa a los microorganismos beneficiosos.
- A nivel ambiental, actúa como almacén de CO₂, porque fija carbono en el suelo durante siglos o incluso milenios.
- En la industria, se está investigando para filtración de agua, producción de energía, construcción e incluso alimentación animal.
En otras palabras: no es un invento nuevo, pero sí es una herramienta que está ganando protagonismo porque conecta tres grandes temas de nuestro tiempo:
- Agricultura regenerativa (más producción con menos insumos).
- Economía circular (dar valor a los residuos orgánicos).
- Lucha contra el cambio climático (secuestro de carbono).
En mi experiencia como fisiólogo vegetal, pocas veces me he encontrado con un material tan versátil (y que funcione tan bien). Está ganando auge en los últimos años y sobe todo respaldo científico. Veamos de donde viene.
2. Origen e historia: terra preta y pirólisis
2.1 Terra preta: Orellana lo vio.
Aunque hoy nos parezca un material de laboratorio con nombre moderno, el biochar tiene raíces milenarias. Los pueblos indígenas de la Amazonía ya lo usaban hace más de 2000 años para transformar suelos pobres en auténticas minas de fertilidad. A ese suelo enriquecido lo conocemos como terra preta do indo, o “tierra negra de los indios”.
La mezcla era simple pero poderosa: carbón vegetal, restos de cerámica, huesos, conchas, cenizas, desechos de cocina y materia orgánica diversa. Todo ello aplicado de manera controlada, capa tras capa, hasta generar un suelo con propiedades únicas: fértil, estable y capaz de mantener la productividad durante siglos.
El explorador español Francisco de Orellana, en su expedición de 1541-1542 por el Amazonas, fue uno de los primeros europeos en describir esta realidad. Sus crónicas hablaban de aldeas populosas, cultivos abundantes y comunidades numerosas en un entorno que para los europeos debía ser hostil. Durante siglos se pensó que Orellana había exagerado; incluso se lo acusó de fabulador.
Hoy sabemos que no solo tenía razón, sino que estaba viendo el resultado de una práctica agrícola ancestral basada en el biochar. Es decir: mucho antes de que nosotros habláramos de economía circular o almacenes de CO₂, los pueblos amazónicos ya habían encontrado la manera de regenerar suelos y sostener civilizaciones enteras.
Si quieres saber más sobre la historia de la terra preta y Orellana te aconsejo este enlace: Terras Pretas del Amazonas: Distribución y Características Generales
2.2 Pirólisis: el método térmico sin oxígeno explicado fácil
Si la terra preta fue la versión ancestral del biochar, la pirólisis es la versión moderna y controlada. Este proceso consiste en calentar biomasa (residuos de poda, restos agrícolas, maderas no tratadas, cáscaras, etc.) a altas temperaturas (300–700 °C) en ausencia de oxígeno.
La clave es la falta de oxígeno: la biomasa no se quema, sino que se descompone en tres productos principales:
- Biochar (sólido): el carbón vegetal estable que aplicamos a suelos, jardines o como sumidero de carbono.
- Bioaceites (líquido): pueden refinarse y usarse en la industria energética o química.
- Gases de síntesis: se aprovechan para generar calor o electricidad en la propia planta.
Un esquema sencillo lo resume:

Dependiendo de la temperatura y del tiempo de residencia, se puede orientar el proceso hacia más biochar (a 350–450 °C) o hacia más aceites y gases (a 600–700 °C). Para quienes trabajamos en agricultura y jardinería, lo que nos interesa es maximizar el biochar sólido, porque es el que se convierte en un almacén de CO₂ y en un mejorador natural de suelos.
El proceso se puede optimizar aun más: dependiendo de la materia orgánica a pirolizar y de la temperatura empleada, se obtiene biochar con características y propiedades diferentes. Esto permite casi diseñar un biochar específico para cada suelo y/o cultivo.
3. Propiedades clave del biochar.
3.1 Alta porosidad y superficie específica
Lo primero que salta a la vista al observar un grano de biochar al microscopio es que está lleno de agujeritos y cavidades. Esa porosidad brutal multiplica su superficie específica (se mide en m² por gramo), llegando a valores comparables a algunos materiales de filtración industrial.

Extraído de: Glodowska, Martyna & Woźniak, Małgorzata. (2016). Biochar characteristics and application in the agriculture.
¿Qué significa en la práctica?
- Que puede retener agua como una esponja.
- Que aumenta la capacidad de almacenar nutrientes (especialmente cationes).
- Que ofrece refugio a microorganismos beneficiosos del suelo.
3.2 Capacidad de intercambio catiónico (CIC)
El biochar tiene una carga superficial que le permite retener iones cargados positivamente (K⁺, Ca²⁺, Mg²⁺, NH₄⁺). Esto se llama Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC), y es clave en suelos pobres donde los nutrientes se lavan fácilmente con la lluvia.
En suelos arenosos, por ejemplo, el biochar actúa como un “banco de nutrientes”, evitando que se pierdan y liberándolos poco a poco a las plantas. Esto, créeme, marca la diferencia entre un cultivo que sobrevive y otro que prospera.
3.3 Retención de agua y materia orgánica
Gracias a su estructura porosa, el biochar mejora la retención hídrica del suelo. No es solo que “retenga agua”, es que la distribuye de forma más equilibrada, evitando tanto encharcamientos como sequías extremas.
Además, al mezclarse con materia orgánica (compost, estiércol, restos vegetales), se convierte en una esponja cargada de nutrientes disponibles para la planta. Puede reducir hasta un 30% el riego después de aplicar biochar. Y eso, en tiempos de sequía, no es un detalle menor.
3.4 Estabilidad química y almacén de CO₂
Aquí está la magia climática: el carbono en el biochar está en una forma muy estable (estructuras aromáticas y grafíticas), lo que significa que puede permanecer siglos o incluso milenios en el suelo sin descomponerse.
En otras palabras:
- Cada kilo de biochar aplicado equivale a CO₂ capturado y bloqueado del ciclo de carbono.
- Funciona como un sumidero de carbono natural y duradero.
Este es el motivo por el que el biochar se considera una tecnología de emisiones negativas. No solo evitamos emisiones: las revertimos.
3.5 Refugio para microorganismos
La vida en el suelo depende de microorganismos: bacterias, actinobacterias, hongos micorrícicos… Sin ellos no hay ciclo de nutrientes ni plantas sanas. El biochar, gracias a sus poros y cargas superficiales, crea un hábitat perfecto para estas comunidades.
¿El resultado?
- Mayor diversidad microbiana.
- Suelos más resilientes frente a plagas y enfermedades.
- Más nitrógeno fijado y fósforo disponible.
3.6 Efecto sobre el pH del suelo
El biochar suele tener un pH alcalino (7,5–9,0), dependiendo de la biomasa de origen y de la temperatura de pirólisis. Esto lo convierte en un corrector natural de acidez. En suelos demasiado ácidos (frecuentes en zonas tropicales o con lluvias intensas), añadir biochar puede equilibrar el pH, favoreciendo la absorción de nutrientes que de otro modo quedan bloqueados.
Ojo: no es cal agrícola, pero actúa parecido, aunque con el bonus de mejorar también la estructura, el agua y el carbono.
En resumen: el biochar combina física (porosidad), química (intercambio iónico, estabilidad) y biología (microorganismos) para regenerar ecosistemas.
4. Usos agrícolas del biochar
Si me preguntas dónde brilla de verdad el biochar, la respuesta es clara: en el campo.
Aquí te cuento cómo y por qué funciona.
4.1 Mejorador de suelos: estructura, aireación y raíces felices
El biochar cambia la física del suelo. Al ser ligero y muy poroso:
- Mejora la aireación, lo que facilita la respiración de las raíces.
- Reduce la compactación, haciendo que incluso las arcillas duras se vuelvan más manejables.
- Aumenta la capacidad de retención de agua, vital en suelos arenosos o secos.
4.2 Fertilidad y nutrientes: un banco natural de materia orgánica
La química del biochar también aporta lo suyo:
- Su alta capacidad de intercambio catiónico (CIC) retiene nutrientes como potasio, calcio, magnesio o amonio, evitando que se laven con la lluvia.
- Mezclado con materia orgánica (estiércol, compost), el biochar los “encapsula” y los libera poco a poco, aumentando la eficiencia del abonado.
- Ayuda a reducir la pérdida de nitrógeno y fósforo, dos nutrientes caros y críticos en agricultura.
En la práctica, esto se traduce en ahorros de fertilizantes y, al mismo tiempo, suelos más ricos y productivos.
4.3 Un aliado contra la sequía
Uno de los efectos más inmediatos del biochar en campo es su capacidad de retener agua. En regiones áridas o con lluvias irregulares, puede marcar la diferencia entre perder una cosecha o salvarla.
Se estima que los suelos tratados con biochar mantienen hasta un 25% más de humedad durante más tiempo. Eso, en veranos de calor extremo, se traduce en plantas menos estresadas y con mayor rendimiento.
4.4 Microorganismos: vida invisible que alimenta los cultivos
El biochar no solo guarda agua y nutrientes: también ofrece un hábitat perfecto para los microorganismos beneficiosos. Sus poros son refugio para bacterias beneficiosas, hongos micorrícicos y actinobacterias.
El resultado es un suelo vivo, más resiliente y con ciclos de nutrientes más equilibrados.
4.5 Agricultura regenerativa y captura de carbono
A nivel global, el biochar encaja de maravilla en la filosofía de la agricultura regenerativa: regenera suelos y captura CO₂. Cada tonelada de biochar aplicado es un almacén de carbono que permanecerá siglos bajo tierra, ayudando a frenar el cambio climático.
Por eso se habla de él como una tecnología de emisiones negativas. Aunque en el proceso de producción de biochar se genera CO2 y otros gases, el balance neto es negativo, es decir, se fija más carbono del que se emite, y además lo fija en una forma muy estable durante siglos.
En resumen: el biochar no es un fertilizante milagroso ni una moda pasajera. Es una herramienta real y comprobada para agricultores que quieren suelos más fértiles, cultivos más resistentes y, de paso, contribuir a un planeta más habitable.
5. Aplicaciones en jardinería y compostaje doméstico
El biochar no es solo cosa de agricultores y grandes explotaciones. También tiene un papel clave en jardinería, huertos urbanos y compostaje casero. Y créeme: si funciona en suelos extensivos, en una maceta se nota todavía más.
5.1 Biochar en macetas y jardineras
Cuando trabajamos con plantas en maceta, tenemos un problema recurrente: el sustrato se agota rápido, se compacta y pierde capacidad de retener agua y nutrientes. Ahí es donde el biochar marca la diferencia:
- Mejora la aireación del sustrato.
- Evita encharcamientos y sequedad extrema.
- Prolonga la vida del sustrato, porque estabiliza la materia orgánica.
Dosis orientativa: mezclar entre un 20–30 % de biochar con el sustrato antes de plantar. Si ya tienes la maceta en marcha, basta con añadir una capa de 1–2 cm en la superficie y remover un poco.
Te preguntarás dónde comprar Biochar y cual es el mejor. No te preocupes, existen sustratos con el biochar incorporado. Te dejo por aquí alguno:

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5.2 Biochar en huertos urbanos
En los huertos urbanos —esos bancales en terrazas o patios— el biochar ayuda a mantener una fertilidad más estable. Yo recomiendo aplicarlo junto con compost maduro o humus de lombriz: el compost aporta nutrientes rápidos, y el biochar los fija para que no se pierdan. Es la pareja perfecta.
Un truco: si plantas tomates o pimientos, agradecerán especialmente la combinación porque son cultivos muy exigentes en nutrientes y agua.
5.3 Compostaje doméstico: biochar como acelerador natural
Aquí viene una de mis aplicaciones favoritas: añadir biochar al compost casero.
- Absorbe olores desagradables (amoniaco, ácido butírico).
- Evita lixiviados: retiene nutrientes que de otra forma se perderían con el líquido.
- Acelera el proceso porque crea refugios para los microorganismos que degradan la materia orgánica.
En mi experiencia, con un 10–15 % de biochar en el montón de compost, el proceso se vuelve más estable y el producto final tiene mejor olor y textura.
5.4 Jardines ornamentales y césped
Si tienes césped o plantas ornamentales, el biochar puede marcar la diferencia en zonas de mucho riego o exposición al sol:
- Reduce la frecuencia de riego.
- Mantiene el verde más intenso por más tiempo.
- Favorece el desarrollo radicular de plantas ornamentales exigentes (rosales, hortensias, etc.).
Para céspedes recomiendo 0,5–1 litro de biochar por metro cuadrado, mezclado con arena o sustrato en el momento de la resiembra.
En conclusión: el biochar en jardinería y compostaje es un plus poco conocido pero altamente eficaz. Plantas más resilientes, menos riego, menos olores, y un suelo que se mantiene fértil mucho más tiempo.
¿Donde conseguir Biochar en formatos grandes para jardín? Te dejo por aquí alguno interesante:

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6. Otros usos sorprendentes: filtración, construcción y ganadería
El biochar no solo sirve para mejorar suelos o jardines. Sus propiedades físicas y químicas lo convierten en un material multifuncional que está ganando terreno en áreas tan diversas como el tratamiento de aguas, la construcción o la ganadería. Vamos por partes:
6.1 Filtración y descontaminación
El biochar tiene una capacidad de adsorción enorme gracias a su porosidad y a la carga de su superficie. Esto lo hace ideal para atrapar contaminantes en agua y suelos:
- Metales pesados como plomo, cadmio o mercurio.
- Exceso de nitratos y fosfatos en aguas residuales.
- Compuestos orgánicos tóxicos que de otro modo se dispersarían.
En muchos experimentos, el biochar se ha comparado con el carbón activado, y aunque no siempre lo iguala, sí ofrece una alternativa más barata y sostenible.
6.2 Construcción y materiales
Sí, has leído bien: el biochar también se está usando en el mundo de la construcción. Sus aplicaciones incluyen:
- Aditivo en cemento y hormigón: mejora la resistencia y la capacidad de aislamiento térmico.
- Asfaltos modificados: aporta estabilidad y reduce la deformación en carreteras.
- Aislante acústico y térmico: su estructura porosa lo convierte en un material ligero y absorbente.
- Pigmento natural: el color negro del biochar se utiliza en plásticos y pinturas.
La idea detrás de estas aplicaciones es doble: reducir el impacto ambiental de los materiales convencionales y, al mismo tiempo, fijar carbono en estructuras que pueden durar décadas o siglos.
6.3 Ganadería y alimentación animal
Otro sector donde el biochar está ganando protagonismo es la ganadería. Sus usos son variados:
- En camas de establos: absorbe humedad y olores, mejora la higiene y reduce la emisión de gases como el metano o el amoníaco.
- Aditivo alimenticio (siempre bajo control veterinario): se mezcla en pequeñas cantidades con la ración de animales para mejorar la digestión, reducir problemas intestinales y hasta mejorar la calidad de la carne y la leche.
- Gestión de estiércol: mezclado con las deyecciones, el biochar captura nutrientes, reduce olores y genera un fertilizante más estable y rico en materia orgánica.
En resumen: el biochar es un auténtico todoterreno. Pasa de las macetas al hormigón, del compost a la gestión del estiércol, y de la descontaminación de aguas a la reducción de emisiones en ganadería. Una especie de “navaja suiza” de la sostenibilidad.