Dentro de la biología del Aloe vera existe un hecho que suele llamar la atención, y a veces puede ser motivo de precupación: las hojas externas de las plantas de Aloe vera tienden a secarse, a consumirse, desde las puntas hasta la base. ¿Por qué ocurre esto?
Una vez más la respuesta hay que buscarla desde el punto de vista fisiológico.
Como he mencionado en otros artículos el Aloe vera es una planta originaria de ambientes xéricos (con escasez de agua) y altas temperaturas. Debido a las limitaciones que impone este tipo de ambiente, las plantas en general, no sólo el Aloe vera, generan mecanismos para protegerse y maximizar la eficiencia en el uso de los recursos.
En concreto, para el caso del aloe, la planta debe maximizar la eficiencia en el uso del agua ya que es un bien escaso en los lugares donde crece.
Debemos partir de una máxima que ocurre en la naturaleza: «no se desperdicia nada». Si el aloe se desprendiese de sus hojas más viejas estaría desperdiciando una cantidad muy importante de nutrientes y recursos (agua fundamentalmente). Sin embargo, la planta reabsorbe los nutrientes de las hojas más viejas y los deriva hacia la formación de las más nuevas.
Por eso vemos cómo las hojas externas de la roseta que conforma el aloe se van «consumiendo» hasta desaparecer. Es un excelente ejemplo de aprovechamiento de los recursos.
No debe preocuparnos ver este tipo de hojas con estos síntomas de envejecimiento y «reabsorción», es normal en la biología de la planta. Debemos fijarnos más en las hojas del interior, las más jóvenes, ver que crezcan saludables y con buen aspecto.
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